viernes, 21 de noviembre de 2008

VIAJE A PEÑÍSCOLA


Un caluroso día 31 de agosto de 2008, mi familia y yo nos fuimos de vacaciones a Peñíscola. Llegamos allí a las once de la mañana y estábamos muy cansados. Fuimos a hablar con la recepcionista:
- ¡Hola! Acabamos de llegar. ¿Puede decirnos qué habitación es la nuestra?
- ¡Hola! ¡Bienvenidos! Bueno, esperen un momento, por favor, que tengo que mirarlo en el ordenador. Su habitación es la 214.
- ¡Muchas gracias! ¡Hasta luego!
La recepcionista nos dio las llaves de la habitación y nos fuimos llevando las maletas. Colocamos la ropa en el interior del armario y decidimos ir a ver el pueblo. Parecía un lugar tranquilo, todo estaba repleto de tiendas. Por la tarde fuimos a bañarnos al mar, en el que no había arena, sino piedras. Desde el mar se veía el castillo del Papa Luna, era muy bonito. Al día siguiente decidimos ir a ver la otra parte del pueblo en la que estaba el castillo, el mercadillo y más tiendas. Para ir de una parte del pueblo a la otra había un autobús que te llevaba. Llegamos al castillo y compramos las entradas. Al pasar había una estatua muy bonita del Papa sentado. El castillo era muy grande y tenía numerosas habitaciones, en una de ellas había figuras, en otra objetos de tortura, etc. Cuando terminamos de verlo, bajamos una cuesta y vimos el mercadillo y las tiendas. Volvimos al hotel y fuimos a cenar. Después hacían concursos y nos quedábamos en la terraza hasta que era tarde. Llegó el último día de vacaciones, nos bañamos una hora y después bajamos las maletas. Nos despedimos de la recepcionista.
- Bueno, ya nos vamos. Gracias por su hospitalidad, nos ha encantado el hotel. ¡Adiós!
- ¡Me alegro! Y espero verles por aquí más años. ¡Adiós, buen viaje!
Volvimos a Cuenca, preparados para la vuelta a clase y muy cansados.

Alba Valencia Sierra

UN VIAJE A PARÍS "DE MIEDO"


El año pasado fuimos a París mi padre, mi hermana y yo. Pasamos tres días allí. Nos alojamos en un hotel de Disneyland, que era donde íbamos. El hotel estaba muy bien, era muy bonito, Disneyland precioso…, pero si pensabais que iba a hablaros de eso, os equivocáis.
Era el segundo día por la tarde, y pensábamos ir a la torre Eiffel. Cogimos una barca (allí se llama bateau mouche) de turismo que paraba justo enfrente de la torre. La mitad de la gente que había allí se bajó en esa parada. Era preciosa, altísima, y de un color marrón. Cenamos en un restaurante (brasserie) no muy lejos de allí, ya que sabíamos que la iluminaban por la noche, y, efectivamente, la iluminaron. Estaba alumbrada con focos de luz amarilla clara y con una especie de bombillas de un amarillo más fuerte por toda la torre. No llegamos a subir porque había mucha cola y no daba tiempo. Dando vueltas por la estación, y después de habernos perdido varias veces, nos encontramos con una mujer joven que iba corriendo y se llamaba Diana. Era francesa, pero hablaba muy bien español porque había estado mucho tiempo en Sudamérica. Nos dijo que la siguiéramos y, después de largo rato, nos encontramos con más gente que, casualmente, cogían el mismo tren que nosotros. Al final, montamos en el vehículo, ¡era el último! Si no llegamos a coger ese tren, nos habríamos quedado allí.
- ¡Cómo llueve! – exclamé.
- ¿Y qué habría pasado si perdemos este tren? – preguntó mi hermana.
- Que tendríamos que haber cogido un taxi o ir andando – respondió mi padre.
Eran las tres de la mañana cuando llegamos al hotel, y sólo dos personas de las nueve que íbamos dormían en el mismo sitio que nosotros.
Fue fuera de lo normal, ¡y me encantó!

José Manuel Escutia Atienza

GANADORES DE LA REDACCIÓN SOBRE VIAJES

¡Ha habido empate!

En esta ocasión, hay dos redacciones empatadas... ¡con un 10 las dos!

Por eso ambas tienen el honor de aparecer en este blog.

Enhorabuena a los autores, Alba y José Manuel.